Predator: Badlands no es en secreto un nuevo “Alien vs. Predator”, y el propio director Dan Trachtenberg lo dejó claro: aquí no habrá ningún Xenomorfo.
La apuesta de la película no es un choque de franquicias por puro fan service, sino un relato independiente dentro del universo de los Yautja. Y en el centro de la historia está Dek, un depredador joven y marginado que busca ganarse el respeto de su clan en un planeta que quiere devorarlo.
Weyland-Yutani sin monstruos Alien
Los avances ya muestran a Elle Fanning como Thia, una sintética de la división de armas biológicas de Weyland-Yutani. El sello de la corporación en las pantallas y contenedores no es casual: representa el lado frío y calculador del universo Alien. Pero aquí no se trata de Xenomorfos. Su presencia significa investigación, control y beneficio económico a cualquier costo. Una amenaza distinta, más corporativa y menos biológica.
El momento más comentado del tráiler es la aparición de un mecha gigantesco, evocando inevitablemente al mítico Power Loader de Aliens. “Quizá no estemos solos en esta cacería”, dice Thia. Pero no es un guiño a los Aliens, sino un aviso de que hay otros jugadores en la arena. ¿Quién lo pilota? ¿Un humano desesperado? ¿Un enviado de la corporación? ¿O tal vez un cazador rival? La intriga es lo que importa.
Dek: el cazador que nadie esperaba
La mayor novedad es el protagonista. Dek no es el Predator invencible al que nos tenían acostumbrados. Es el “runt”, el pequeño, el que no encaja, un Yautja subestimado por los suyos. Para demostrar su valor elige Kalisk, el llamado “Planeta de la Muerte”, como campo de prueba. Cuando afirma “Yo no soy la presa”, no suena a amenaza, sino a declaración de principios.
Este enfoque permite explorar la cultura Yautja desde dentro: sus códigos, sus rituales, la presión del fracaso y la necesidad de honra. Las máscaras, los clics, los trofeos… dejan de ser adornos para convertirse en símbolos culturales. Trachtenberg convierte la acción en una ventana hacia la sociedad depredadora.
Kalisk: un mundo que caza
Kalisk no es simple escenario. Es un personaje con vida propia. Sus tormentas borran huellas, su fauna embosca incluso a los más fuertes y su terreno castiga la arrogancia. La película convierte al planeta en juez implacable: aquí la naturaleza es enemiga y árbitro al mismo tiempo.
Por qué reservar el crossover es una jugada inteligente
Sí, podrían haber recurrido a los Aliens de inmediato. Pero Trachtenberg optó por la paciencia. Con Thia, la presencia de Weyland-Yutani y el misterioso mecha, está tendiendo puentes entre universos sin sacrificar la identidad de la saga Predator. Cuando el cruce llegue – y todo apunta a que ocurrirá en el futuro – tendrá más peso porque se habrá ganado paso a paso.
Mientras tanto, Alien sigue vivo
La saga Alien atraviesa un gran momento, con nuevos proyectos que mantienen a los fans expectantes. Badlands se beneficia de esa ola, pero sin perder su esencia: es una historia Predator, sobre supervivencia, honor y búsqueda de reconocimiento. Y esa independencia puede ser la clave para que un futuro AVP no se sienta como un capricho, sino como el destino lógico.
No hay Xenomorfos, pero sí un androide de intenciones ocultas, un mecha inquietante, un planeta asesino y un joven Yautja decidido a no ser nunca más la presa. Una apuesta arriesgada que demuestra que a veces esperar hace que la recompensa sea mayor.