El calendario de Qualcomm para 2025 empieza a quedar bastante definido. Después de presumir el ultra premium Snapdragon 8 Elite Gen 5 en su Snapdragon Summit de Hawái, ahora llega el turno del hermano «menos loco», pero igual de aspiracional: el Qualcomm Snapdragon 8 Gen 5. 
La filial china ya puso fecha sobre la mesa: 26 de noviembre. Si no hay sorpresas, una buena parte de los próximos flagships Android girará alrededor de este chip.
Conviene dejarlo claro desde el principio: el Snapdragon 8 Gen 5 no es una versión Lite ni un recorte barato del Elite. Qualcomm está construyendo una segunda “planta” dentro de la gama alta. El Snapdragon 8 Elite Gen 5 queda reservado para los móviles escaparate, esos que existen para romper récords de benchmark y encabezados de prensa. El Snapdragon 8 Gen 5 apunta a teléfonos que siguen siendo de gama alta, con mucha potencia, conectividad moderna y capacidades de IA avanzadas, pero con un enfoque algo más sensato en consumo, temperaturas y precio.
Proceso de 3 nm, núcleos Oryon y configuración 2+6
En las entrañas, el Snapdragon 8 Gen 5 comparte el mismo proceso de fabricación de 3 nm con el modelo Elite. El salto de 4 a 3 nm no es un simple guiño de marketing: más transistores en menos espacio, menos fugas de energía y más margen para subir la frecuencia sin disparar el consumo. Traducido al día a día, abre la puerta a móviles más rápidos que no se calientan tanto ni castigan tanto la batería bajo carga.
La CPU se basa en núcleos Oryon de diseño propio en una configuración 2+6. Dos núcleos «prime» se encargan de los picos de carga y pueden acercarse a los 3,8 GHz, mientras que seis núcleos de rendimiento, en torno a los 3,3 GHz, sostienen sesiones largas de juego, grabación de vídeo en alta resolución o multitarea pesada. El Elite sube todavía más las frecuencias, hasta acercarse a los 4,6 GHz en algunos escenarios, lo que se traduce en números espectaculares… y también en más calor que disipar.
Con el Snapdragon 8 Gen 5, la idea parece otra: sacrificar un poco de pico máximo para ganar en estabilidad. En vez de perseguir el último punto en la gráfica del benchmark, Qualcomm busca un punto dulce donde el chip siga siendo claramente de gama alta, pero pueda mantener su rendimiento sin tirarse de cabeza al throttling térmico a los pocos minutos.
Adreno 840, juegos y mucha IA en el bolsillo
En el apartado gráfico entra en juego la GPU Adreno 840, muy cercana a la del Elite pero con un perfil algo más conservador. Para el usuario, eso debería significar tasas de cuadros altas en juegos exigentes a 1080p e incluso por encima, compatibilidad con pantallas de alta tasa de refresco y soporte para técnicas modernas de renderizado y reescalado. En otras palabras, experiencia de consola portátil, pero en un móvil que no intenta freírte la mano al cabo de cinco minutos.
La otra gran pata de este chip es la inteligencia artificial. El Snapdragon 8 Gen 5 está pensado para un escenario en el que el móvil deja de ser un simple terminal de la nube y se convierte en una pequeña estación de IA local. El motor de IA dedicado, unido a los núcleos Oryon y a memoria más rápida, apunta a tareas como generación de imágenes en el propio dispositivo, asistentes de voz que funcionan sin conexión, traducción simultánea, transcripción y resumen de textos en tiempo real, e incluso modelos de lenguaje compactos corriendo directamente en el teléfono.
Con suficiente RAM –16 GB o más– el sueño de muchos entusiastas deja de sonar tan lejano: descargar un modelo en formato gguf desde un repositorio, abrir una app y tener un chatbot personal funcionando 100 % offline. La típica broma de «hasta tu abuela puede montar su propio LLM en el móvil» empieza a tener algo de verdad.
Cuando el benchmark deja de importar
Los usuarios más avanzados llevan tiempo repitiendo el mismo mensaje: un millón de puntos en un benchmark sirve de poco si el rendimiento se desploma a los pocos segundos por culpa del calor. Varias generaciones de Snapdragon han recibido críticas en ese sentido, con móviles que vuelan en los primeros tests pero se sienten mucho menos rápidos en uso real prolongado.
El combo de proceso de 3 nm y frecuencias algo menos agresivas da al Snapdragon 8 Gen 5 una buena base, pero la clave estará en lo que hagan las marcas. Un fabricante que invierta en una cámara de vapor generosa, buen contacto térmico y límites de potencia razonables puede entregar un flagship que mantiene un rendimiento alto y estable, sin necesidad de convertirse en un hornillo de mano. Otro que solo busque pantallazos de récord en AnTuTu puede acabar repitiendo la historia de siempre: velocidad brutal en el minuto uno, experiencia bastante más normalita en el minuto veinte.
Funciones ocultas y potencial desaprovechado
Otro tema recurrente en torno a los Snapdragon de gama alta es la cantidad de funciones que el hardware permite y que luego casi nadie activa. Un ejemplo clásico: la salida de vídeo por USB-C. Muchos chipsets de Qualcomm llevan años soportando señal de vídeo nativa para que el móvil pueda actuar como un mini PC conectado a un monitor o televisor. Sin embargo, solo unos cuantos fabricantes ofrecen un modo escritorio completo; otros se quedan en un simple duplicado de pantalla, y algunos ni siquiera eso.
Lo mismo pasa con detalles que a muchos les parecen «retro», pero que para otros siguen siendo imprescindibles. El radio FM es el mejor ejemplo: hay usuarios que descartan un móvil en el acto si no trae radio activada, por muy moderno que sea el procesador. El Snapdragon 8 Gen 5 por sí solo no va a cambiar esto: Qualcomm pone el hardware y las posibilidades; son Samsung, Xiaomi, Honor, vivo y compañía quienes deciden qué llega al usuario final y qué se queda en la letra pequeña.
Demasiados nombres, demasiadas dudas
Mientras tanto, la estrategia de nombres de Qualcomm no ayuda precisamente a aclarar el panorama. Entre Snapdragon 8 Elite Gen 5, el 8 Gen 5 «normal» y los futuros 8s Gen 5, hasta los aficionados más metidos en el tema tienen que consultar tablas para saber qué va en qué segmento. Las diferencias existen –configuración de núcleos, frecuencias, límites de la GPU, funciones de IA–, pero el solapamiento es tan grande que mucha gente solo percibe una sopa de números muy parecidos.
Lo curioso de esta generación es que el Snapdragon 8 Gen 5 se acerca mucho al Elite en arquitectura, con esa configuración 2+6 de núcleos Oryon. De ahí surge la pregunta incómoda: ¿vale realmente la pena pagar el extra por un móvil con el Elite solo por unos cuantos MHz de más y algún punto extra en los benchmarks? La respuesta dependerá menos del chip en sí y más de cómo organicen sus gamas los fabricantes: con qué cámaras, pantallas y cantidades de RAM acompañan a cada procesador, y qué diferencia de precio ponen entre ellos.
Futuro a 1,8 nm… pero primero 2025
En los comentarios ya vuelan las exageraciones: gente soñando con procesos de 1,8 nm, chips con doce o catorce núcleos gigantes, refrigeración de metal líquido y baterías de 12.000 mAh como único camino para llegar a 6 GHz en un móvil. El Snapdragon 8 Gen 5 no es ciencia ficción, pero tampoco pretende serlo. Es un paso bastante realista hacia teléfonos que se comportan cada vez más como pequeños ordenadores, capaces de mover juegos pesados y cargas de IA complejas sin depender tanto de la nube.
Cuando Qualcomm suba al escenario el 26 de noviembre, los gráficos de rendimiento y los porcentajes de mejora se llevarán los aplausos fáciles. Pero lo que de verdad marcará el papel del Snapdragon 8 Gen 5 en el mercado será otra cosa: qué tal aguanta la potencia con el paso de los minutos, cuántas de sus funciones avanzadas se activan de serie en los móviles reales y cómo deciden las marcas aprovechar esa músculo de IA. Si el equilibrio sale bien, este SoC puede convertirse en el motor silencioso de muchos flagships de 2025: no el más ruidoso en marketing, pero sí el que haga que la gama alta Android se sienta rápida y fluida más allá de la primera impresión.