Por si te lo perdiste: el mundo de la relojería vivió un septiembre agitado.
Desde Ginebra hasta Nueva York, la industria marcó el ritmo con lanzamientos, adquisiciones y sorpresas que definen el futuro del tiempo – literalmente.
Geneva Watch Days 2025: elegancia relajada, poder creciente
La primera semana de septiembre trajo de vuelta la Geneva Watch Days (GWD), el evento que se ha consolidado como la alternativa más fresca y cercana al tradicional Watches & Wonders. Lo que comenzó como una feria más informal, se ha convertido en una cita imprescindible del calendario mundial. Este año reunió a más de 60 marcas oficialmente – y muchas más oficiosamente – que transformaron hoteles enteros en salas de exhibición improvisadas.
El ambiente fue vibrante: menos trajes, más comunidad, pero el mismo nivel de exclusividad y emoción. Las calles de Ginebra se llenaron de relojeros, coleccionistas y curiosos buscando la próxima joya mecánica. Y vaya que hubo sorpresas.
En su columna The Flyback, Mike Razak destacó los lanzamientos más interesantes. Sean Lorentzen presentó el espectacular TAG Heuer Carrera Astronomer con una interpretación artística de la fase lunar, mientras Ariel Adams quedó fascinado con una pieza innovadora de Behrens. La cobertura completa está disponible en aBlogtoWatch, con fotos y análisis para soñar despierto.
Estados Unidos acelera: la nueva era de la relojería americana
Mientras tanto, en territorio estadounidense, las noticias no se quedaron atrás. La palabra clave del mes fue crecimiento. Sin discursos sobre tarifas o políticas, la acción estuvo en las manos de las marcas que deciden apostar por su país.
La Baltimore Watch Co. – también conocida como Tsao Baltimore – anunció la compra de Maryland Watch Works, su histórico socio de ensamblaje. Según Loren Sciurba de The Time Bum, el objetivo es ofrecer servicios de producción a otros microfabricantes, creando una red de colaboración dentro del sector artesanal. Una jugada inteligente y necesaria.
Por su parte, Christopher Ward sigue conquistando terreno con la apertura de su tercer showroom en Estados Unidos, esta vez en Nueva York. Hace apenas un año no tenía presencia física en el país, y hoy ya pisa fuerte. Una señal clara de que la relojería independiente gana prestigio entre los consumidores norteamericanos.
Y una historia que tocó el corazón de la comunidad: R.T. Custer, fundador de Vortic Watches, se recupera satisfactoriamente tras sufrir un derrame cerebral. Su esposa, Roselle, compartió que él “sigue lúcido, presente y siendo él mismo”. Pese al susto, ambos decidieron continuar su proyecto y su misión de fortalecer la relojería hecha en EE. UU. Una lección de pasión y resiliencia que emociona a todos los aficionados.
Europa: el legado de Armani y el desafío de la Generación Z
En el Viejo Continente, el fallecimiento de Giorgio Armani ha sacudido el mundo del lujo. El diseñador dejó instrucciones precisas para vender el 55% de su marca, con preferencia hacia LVMH, L’Oréal y EssilorLuxottica. Todo apunta a que LVMH será el comprador principal, lo que podría reconfigurar el mapa del lujo global.
¿Y qué tiene que ver esto con los relojes? Mucho más de lo que parece. Si LVMH concentra recursos en la compra de Armani, podría haber menos inversión en marketing y desarrollo de nuevos modelos relojeros. Una sacudida que podría sentirse incluso en marcas icónicas como TAG Heuer, Hublot o Zenith.
Mientras tanto, la gran pregunta para toda la industria es: ¿cómo atraer a la Generación Z? Un público global, hiperconectado y difícil de impresionar. Lo que hoy es tendencia en TikTok en París, mañana lo será en Buenos Aires o Tokio. Marcas como Gucci ya lo sienten: sus ventas cayeron un 25% en un solo trimestre. En cambio, Tapestry (la empresa detrás de Coach) crece gracias a colaboraciones con influencers, personalización de productos y un mensaje de sostenibilidad. La relojería, si quiere mantenerse relevante, deberá seguir el mismo camino: autenticidad, cercanía y propósito.
Del lujo al amor por el detalle: el renacer del coleccionista
En los foros de relojería y grupos de entusiastas, el tono ha cambiado. Los precios del mercado de segunda mano se estabilizan, los revendedores especuladores se retiran y el espíritu del coleccionismo auténtico regresa. Los relojes vuelven a ser lo que siempre fueron: objetos de pasión, historia y gusto personal.
Ariel Adams recuerda que en los años 80 y 90 fue la clase media quien impulsó el auge de la relojería mecánica. Pero en la última década, muchas marcas prefirieron centrarse en programas de fidelización y marketing aspiracional, dejando de lado la verdadera innovación. Eso se nota en los viejos modelos: cierres incómodos, brazaletes frágiles, acabados mediocres. Fue la presión de las micro-marcas la que forzó una mejora generalizada.
Hoy la competencia sana ha devuelto creatividad al sector. Cuantos más relojeros compiten, más se eleva la calidad y más se diversifican las propuestas. Una buena noticia para quienes aman el arte del tiempo.
Un Rolex en las profundidades de Hawái
Y para cerrar el mes, una historia digna de película. El economista y aficionado Brendan Cunningham relató cómo un Rolex Oyster Perpetual Datejust perdido durante un buceo en la isla de Kauaʻi fue recuperado meses después. Un ejemplo más del poder de la ingeniería suiza… y de un golpe de suerte.
El propietario contó su experiencia en detalle, y Cunningham bromeó diciendo que, con una correa NATO, probablemente nunca lo habría perdido. Una anécdota simpática que refuerza la eterna lección del mundo relojero: cada segundo cuenta, y cada historia también.
El futuro del tiempo
Geneva Watch Days ya no es la feria “alternativa”: es un símbolo de la evolución de la relojería. En Estados Unidos, las micro-marcas marcan tendencia y demuestran que la pasión puede ser negocio. En Europa, el lujo se redefine entre herencias, adquisiciones y una juventud exigente. Y en todo el mundo, los coleccionistas recuperan el protagonismo.
Más allá de los diamantes y el marketing, la relojería sigue siendo lo que siempre fue: una forma de contar el paso del tiempo con alma humana. Y mientras un Rolex emerge del océano, la industria recuerda que el tiempo perdido… también puede recuperarse.
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