Samsung por fin ha puesto números encima de la mesa para su proceso de 2 nm con transistores gate-all-around (GAA), después de meses de hablar de hojas de ruta y producción en masa sin muchos detalles. La compañía asegura hasta un 5 % más de rendimiento frente a su primera generación de 3 nm GAA, hasta un 8 % de mejora en eficiencia energética y alrededor de un 5 % de reducción de área en el chip. 
No es el salto espectacular que algunos soñaban, pero sí una fotografía mucho más honesta de dónde está realmente la vanguardia de la fabricación hoy.
Hasta ahora, el discurso era muy genérico: «ya hemos iniciado la producción en masa en 2 nm», «estamos listos para móviles, centros de datos y automoción», etc. Faltaba responder la pregunta clave: ¿qué gana exactamente el usuario con todo esto? Con las cifras oficiales en la mano, el panorama se aclara. El primer gran chip que estrenará este nodo será, según los planes, el Exynos 2600, el próximo SoC de gama alta de Samsung para la familia Galaxy. Ese procesador será el escaparate real del 2 nm GAA: si algo sale mal en el nodo, se notará directamente en autonomía, calor y rendimiento de los teléfonos.
Si miramos atrás, los objetivos internos que se filtraban eran bastante más ambiciosos. En informes de la industria se mencionaban hasta un 12 % más de rendimiento y alrededor de un 25 % de mejora en eficiencia energética, manteniendo la misma complejidad del diseño, además de una reducción similar de área. Los números oficiales, 5 % y 8 %, son bastante más prudentes. Muestran lo difícil que es rascar ganancias de dos dígitos cuando se abandona la era FinFET y se entra en geometrías extremas como los 2 nm, donde cada punto porcentual exige nuevas herramientas de litografía EUV, procesos más frágiles y años de ajuste fino.
Aun así, hasta un 8 % de ahorro energético está lejos de ser una anécdota. En dispositivos que viven y mueren por la batería – smartphones, portátiles ultrafinos, relojes inteligentes, auriculares – ese margen se puede traducir en temperaturas más bajas bajo carga, algunos minutos u horas extra de pantalla encendida o mayor margen para picos de rendimiento sin caer tan rápido en el throttling térmico. Los diseñadores de SoC pueden gastar ese «presupuesto de eficiencia» de muchas maneras: más núcleos de CPU o GPU, aceleradores de IA más potentes, buffers más grandes, o sencillamente la misma experiencia de uso consumiendo menos energía y reduciendo el coste de refrigeración.
Pero el verdadero termómetro de la madurez de un nodo no es sólo la velocidad, sino el rendimiento de fabricación, el famoso yield: cuántos chips buenos salen de cada wafer. Hace no tanto, analistas hablaban de un 30 % de chips funcionales en el 2 nm de Samsung, una cifra que convierte cada pastilla en un pequeño artículo de lujo y hace que la producción en grandes volúmenes sea muy difícil de rentabilizar. Los informes más recientes apuntan a que la tasa de éxito habría subido a la franja del 50–60 %. No es todavía el nivel cómodo de un proceso totalmente maduro, pero sí cambia radicalmente la ecuación económica: se tira menos silicio a la basura y el coste por chip baja lo suficiente como para poder hablar en serio de pedidos masivos.
Ese salto en yield es precisamente lo que abre la puerta a contratos más agresivos. Mientras el proceso estaba verde, la producción mensual de wafers para el Exynos 2600 habría estado limitada a unas 15.000 unidades, suficiente para pruebas y validaciones internas, pero muy justo para un lanzamiento global. Con una tasa de salida mejor, la fundición puede pisar el acelerador. Dos de los mayores fabricantes de equipos de minería de criptomonedas, MicroBT y Canaan, ya han reservado capacidad en 2 nm, sumando cerca del 10 % de la producción total de Samsung. En un negocio donde el parámetro clave es cuántos joules por hash gastas, nadie bloquea esa cantidad de wafers por pura fe; los números internos tienen que cuadrar.
Otra señal fuerte para el mercado es el acuerdo multimillonario con Tesla, que planea utilizar el nodo de 2 nm para futuros chips de conducción autónoma y de inteligencia artificial a bordo. El segmento de automoción es extremadamente conservador con sus proveedores: exige fiabilidad, largos ciclos de vida, garantías de suministro y un consumo energético muy predecible. Que Tesla apueste por el 2 nm GAA de Samsung indica que, al menos en las conversaciones privadas, la hoja de ruta del fabricante coreano inspira más confianza de lo que muchas guerras de comentarios en redes sociales sugieren.
Eso no significa que la batalla esté ganada. La cuota de mercado de Samsung Foundry sigue en torno al 7,3 %, mientras que TSMC continúa dominando con cerca de un 70,2 %. Para Samsung, el nodo de 2 nm es una pieza central en el plan de devolver la división de semiconductores a una rentabilidad sólida de aquí a 2027. Y eso va mucho más allá de enseñar un gráfico bonito: hace falta una producción estable, precios competitivos, una buena biblioteca de IPs lista para usar y un historial de entregas que convenza a los diseñadores a mover proyectos ya existentes desde TSMC hacia Samsung sin miedo a sorpresas.
Entre los entusiastas, las reacciones son muy típicas del mundillo. Hay quien ve el 5 % de mejora de rendimiento y se ríe, esperando un salto «mágico» de un 20 % cada generación. Otros miran más el conjunto: eficiencia, yield y lista de clientes reales que ya han puesto dinero encima de la mesa. Después de varios años complicados en nodos avanzados, cada paso consistente cuenta. La era de los 2 nm probablemente no se recordará por un único número en una diapositiva, sino por algo mucho más simple: si Samsung es capaz o no de suministrar, año tras año, chips rápidos, eficientes y – sobre todo – disponibles en volumen para móviles, granjas de minería y coches eléctricos.