Samsung parece haber tomado una decisión drástica: abandonar su apuesta por los smartphones ultradelgados. Diversos informes apuntan a que la compañía ha cancelado el Galaxy S26 Edge y planea retirar del mercado el S25 Edge antes de lo previsto. Lo que comenzó como un experimento de diseño elegante terminó siendo un tropiezo estratégico para el gigante surcoreano.
### El sueño del móvil ultrafino que no convenció
Cuando Samsung lanzó el Galaxy S25 Edge en mayo de 2025, lo presentó como un avance estético: solo 5,8 mm de grosor, cuerpo liviano y materiales premium.
Pero las cifras de ventas contaron otra historia. En los primeros meses, el modelo apenas superó **1,3 millones de unidades vendidas**, mientras que el Galaxy S25 estándar alcanzó más de 8 millones, el S25 Plus unos 5 millones y el S25 Ultra superó los 12 millones. El primer mes ni siquiera rozó las 200.000 unidades distribuidas. Un golpe duro para una marca acostumbrada al éxito masivo.
La razón fue simple: demasiados sacrificios en nombre del diseño. El S25 Edge tenía una batería de solo 3.900 mAh, una cámara sin zoom óptico y un precio más alto que el S25 normal. En otras palabras, más caro pero con menos. Bonito, sí, pero poco práctico. Como escribió un crítico tecnológico, “la belleza no basta si el teléfono no aguanta el día”.
### El S26 Edge: terminado, pero sin futuro
Según filtraciones internas, el Galaxy S26 Edge ya estaba completamente desarrollado: diseño final, renders listos y prototipos funcionales. Sin embargo, tras el fiasco comercial del S25 Edge, la dirección decidió ponerle punto final. La idea original era que el S26 Edge reemplazara al modelo Plus, manteniendo tres versiones principales: base, Edge y Ultra. Pero ahora todo apunta a que la próxima generación volverá al formato clásico de siempre: **S26, S26 Plus y S26 Ultra**.
Algunos rumores aún mencionan la posibilidad de un lanzamiento limitado en Corea del Sur, pero la mayoría de los analistas coinciden: el Edge está muerto. Al menos, por ahora.
### Decisión pragmática o miedo a arriesgar
Desde un punto de vista empresarial, la decisión tiene sentido. Cancelar un modelo que no vende significa liberar recursos para concentrarse en los productos más rentables. Es una estrategia de daño controlado. Pero también muestra un giro más conservador en la filosofía de Samsung, que en los últimos años había apostado por la innovación arriesgada.
La serie Edge fue, en su momento, símbolo de esa audacia: pantallas curvas, diseños atrevidos, conceptos fuera de lo común. Ahora, las filtraciones del Galaxy S26 Ultra indican un diseño casi idéntico al del modelo anterior. Menos revolución, más seguridad.
### ¿Demasiado pronto para rendirse?
Algunos especialistas creen que Samsung tiró la toalla demasiado rápido. Las ventas navideñas – Black Friday, Cyber Monday, Navidad – podrían haber impulsado las cifras del S25 Edge. Además, el desarrollo de nuevas baterías más compactas o módulos de cámara optimizados podría haber mejorado mucho el concepto en una segunda generación. Pero la compañía no quiso arriesgar otra decepción comercial.
### Estilo frente a funcionalidad
En lo personal, me atraía la idea de un smartphone ultrafino. Cuando aparecieron las primeras imágenes del S26 Edge, me pareció una joya tecnológica: elegante, ligera, distinta. Pero la emoción se esfumó al conocer sus limitaciones. Un móvil bonito que muere antes del anochecer no tiene sentido. El diseño debe complementar la experiencia, no limitarla.
Tal vez el futuro vaya justo en dirección contraria: teléfonos un poco más gruesos, con baterías de 6.000 o 7.000 mAh, cámaras sin sobresalir y materiales de alta gama. Ese tipo de dispositivo – práctico, potente, duradero – probablemente vendería mucho más que cualquier experimento ultrafino.
Samsung no ha fracasado; simplemente ha corregido el rumbo. El mercado ha hablado: los usuarios prefieren autonomía, resistencia y rendimiento por encima de la estética extrema. El capítulo Edge se cierra, pero deja una lección clara: el diseño importa, pero la utilidad gana la partida.