Samsung está en un momento clave con sus chips Exynos. Durante años, muchos usuarios asociaron Exynos con móviles más calientes, menor autonomía y versiones europeas por debajo de las americanas con Snapdragon. 
Con el Exynos 2600, la compañía quiere cambiar por completo ese relato. Este nuevo procesador no solo apunta a la gama Galaxy S26, sino que además será el primer diseño de la casa fabricado con su proceso de 2 nm y transistores Gate-All-Around, una combinación que definirá el futuro de Samsung Foundry.
Por qué el salto a 2 nm es tan importante
Cuando un fabricante presume de un nodo de 2 nm, no habla solo de marketing. Significa que las estructuras más pequeñas del chip, sobre todo los transistores, se reducen todavía más. Al hacerlos más diminutos, se pueden empaquetar muchos más en la misma superficie de silicio, lo que dispara la densidad de transistores. Esa densidad extra permite dos caminos: aumentar el rendimiento bruto manteniendo el consumo, o mantener la potencia y reducir de forma notable el gasto energético. En un smartphone de gama alta, ambos escenarios son oro puro.
En el uso real, una mejor eficiencia se traduce en animaciones más fluidas, menos caídas de FPS en juegos exigentes, menos estrangulamiento térmico y una batería que llega con más comodidad al final del día. Además, al controlar mejor el calor, se amplía la ventana en la que el procesador puede mantenerse en sus frecuencias más altas sin necesidad de bajar el rendimiento para proteger el hardware.
FinFET frente a Gate-All-Around: cambio de generación
El salto a 2 nm viene acompañado de un cambio de arquitectura en los transistores. Desde la era de los 14 nm móviles, lanzados en 2015, Samsung ha utilizado transistores FinFET, con una especie de aleta que sobresale del sustrato y un gate que la rodea por tres lados. Ese diseño fue la base de la revolución de los chips modernos, pero cuanto más se reduce la escala, más difícil resulta contener las fugas de corriente y controlar el canal.
Con Gate-All-Around, o GAA, Samsung apuesta por otro enfoque. En lugar de una sola aleta, se emplean varias láminas horizontales de nanoescala apiladas, y el gate envuelve completamente el canal por todos los lados. Al abrazar el canal en 360 grados, el transistor tiene un control mucho más fino del flujo de electrones. El resultado es menos fuga de corriente, un drive current más alto y, en términos prácticos, la posibilidad de lograr más rendimiento por vatio o el mismo rendimiento consumiendo menos energía.
Una oportunidad rara para adelantarse al iPhone
En los últimos años, Apple ha sido la primera en estrenar los nodos punteros en móviles: el A12 Bionic en 7 nm con el iPhone XS, el A14 Bionic en 5 nm con el iPhone 12 y el A17 Pro en 3 nm con el iPhone 15 Pro. El patrón se repetía generación tras generación. Sin embargo, si el calendario no se descarrila, esta vez Samsung podría adelantarse con su Exynos 2600 fabricado en 2 nm.
Los planes actuales sitúan al Exynos 2600 como el corazón de los Galaxy S26 y Galaxy S26 Plus en mercados como Europa y Corea del Sur. El hipotético iPhone 18 también debería llegar con un chip en 2 nm, pero todo apunta a que lo hará después. Para Samsung sería un titular muy jugoso: por primera vez en mucho tiempo, un Galaxy podría presumir de estrenar la tecnología de fabricación móvil más avanzada del mercado.
Las promesas del nodo y la realidad de las cifras
Antes de que los procesos se concreten, las previsiones suelen ser optimistas. En el caso de los 2 nm, se habló de hasta un 12 por ciento más de rendimiento, hasta un 25 por ciento más de eficiencia energética y un 5 por ciento menos de área ocupada respecto a 3 nm. Sobre el papel, parecía un salto casi generacional. Con los datos actuales, la primera versión del 2 nm de Samsung es algo más conservadora.
La compañía habla ahora de hasta un 5 por ciento de mejora en rendimiento, hasta un 8 por ciento de mejor eficiencia y una reducción de área en torno al 5 por ciento frente al nodo de 3 nm. No son números que cambien el mundo, pero en un dispositivo que se usa horas cada día, estas ganancias se notan. Y conviene recordar que se trata del primer paso del nodo: con el tiempo, nuevos ajustes en la litografía y en las reglas de diseño suelen exprimir unos cuantos puntos adicionales de rendimiento y consumo.
La métrica que lo decide todo: el rendimiento de fabricación
Más allá de los gráficos de benchmarks, hay una cifra que manda en la industria: el yield o rendimiento de fabricación. Indica qué porcentaje de los chips que salen de cada oblea de silicio son realmente utilizables. En nodos tan avanzados, arrancar con yields en la franja baja del 30 por ciento es bastante común. Eso significa que la mayoría de los dies se descarta, los costes se disparan y el volumen disponible queda muy limitado.
En el caso del 2 nm de Samsung, los informes apuntan a que el yield ha subido desde ese umbral problemático hasta una horquilla de entre el 50 y el 60 por ciento. Todavía hay margen de mejora, pero por primera vez se habla de un nivel en el que se pueden fabricar chips de forma rentable para productos de gran volumen. Al mismo tiempo, la foundry puede aumentar la producción mensual de obleas más allá de las aproximadamente 15.000 unidades anteriores, preparando el terreno para suministrar suficientes Exynos 2600 a la familia Galaxy S26.
Qué papel jugará el Exynos 2600 en la gama Galaxy S26
Todo esto no se queda en teoría. Según las filtraciones, Samsung repetirá una estrategia híbrida: Europa y Corea del Sur recibirían Galaxy S26 y S26 Plus con Exynos 2600, mientras que Estados Unidos, China y Japón apostarían por el Snapdragon 8 Gen 5 Elite fabricado en 3 nm. El modelo Ultra seguiría reservando el chip de Qualcomm para todos los mercados, como ya ha ocurrido con generaciones anteriores.
Para la reputación de Exynos, este reparto es un arma de doble filo. Durante años, las comparativas han mostrado versiones con Snapdragon ligeramente por encima en autonomía y control térmico, lo que alimentó la sensación de que algunos países se llevaban la versión menos deseable. Si el Exynos 2600 quiere cambiar esa narrativa, tendrá que demostrar en la práctica que está a la altura: sin picos de temperatura, sin bajones bruscos de rendimiento y con una experiencia sólida en juegos y fotografía avanzada.
Las lecciones del Exynos 2500 y el caso del Galaxy S25
El énfasis de Samsung en el yield no es casual. La generación previa, centrada en el Exynos 2500 sobre 3 nm, habría sufrido una salida tan complicada que no había chips suficientes para equipar toda la serie Galaxy S25. Ante ese escenario, la compañía se vio obligada a comprar más unidades del Snapdragon 8 Elite de lo previsto y a rediseñar su estrategia, colocando al S25 y al S25 Plus con el SoC de Qualcomm en muchas regiones. El coste de esa decisión se estima en unos 400 millones de dólares adicionales.
Para cualquier empresa es una factura dolorosa, pero para una marca que quiere reforzar su propia división de chips, es un toque de atención enorme. La lección es clara: no se puede basar una gama estrella en un nodo demasiado inmaduro sin asumir riesgos financieros y de imagen muy elevados.
Más allá del móvil: Tesla, mineros y la guerra de las foundries
El plan de Samsung no termina en los smartphones. Para amortizar la inversión en sus fábricas de vanguardia, la compañía necesita clientes de alto volumen en otros sectores. Por eso ha cerrado acuerdos de 2 nm GAA con MicroBT y Canaan, dos gigantes del hardware para minería de criptomonedas, y mantiene un contrato multimillonario con Tesla, orientado a soluciones de automoción y computación de alto rendimiento.
Aun así, en el negocio global de foundry Samsung sigue siendo el aspirante. En el último recorte de cifras, la empresa se queda con algo más del 7 por ciento del mercado, mientras que TSMC domina con alrededor del 70 por ciento. La meta declarada de Samsung es alcanzar aproximadamente un 20 por ciento de cuota y llevar su división de fabricación por encargo a beneficios sostenidos alrededor de 2027. Para lograrlo, necesita nodos como el de 2 nm que no solo compitan en papel, sino que entreguen volumen y precios atractivos.
El episodio Snapdragon 8 Gen 1 y la opción de reconquistar clientes
En este contexto, el recuerdo del Snapdragon 8 Gen 1 pesa bastante. Aquella primera versión del chip se fabricó en líneas de Samsung y recibió críticas por temperatura y eficiencia. Qualcomm reaccionó con rapidez, lanzó el Snapdragon 8 Plus Gen 1 con ajustes y migró la producción a TSMC. Desde entonces, todos los Snapdragon de gama alta han salido de fábricas taiwanesas, y cada año reaparecen rumores de un posible regreso parcial a Samsung que, de momento, no se han concretado.
Si el Exynos 2600 y el proceso de 2 nm GAA consiguen demostrar que Samsung es capaz de combinar rendimiento competitivo, yields sólidos y costes razonables, la conversación puede cambiar. No solo con Qualcomm, sino con cualquier diseñador que hoy depende casi en exclusiva de TSMC. Más alternativas en la parte baja de la cadena significan más competencia, más resiliencia ante crisis y, en última instancia, ciclos de innovación más rápidos.
Qué ganan los usuarios si el plan de Samsung funciona
Para el usuario final, toda esta batalla de nodos y foundries se traduce en algo bastante simple: móviles más rápidos, más fríos y con mejor batería. Si el Exynos 2600 cumple lo prometido, quienes compren un Galaxy S26 en mercados Exynos podrían dejar de sentir que están recibiendo una versión de segunda. Y a nivel de industria, un Samsung Foundry fuerte obligaría a TSMC a mantenerse agresiva en innovación y precios, algo que a la larga beneficia a todo el ecosistema Android y más allá.
El Exynos 2600 es, en definitiva, mucho más que un número en una ficha técnica. Es una prueba de fuego para la estrategia de semiconductores de Samsung y un posible punto de inflexión en la competencia por fabricar los chips más avanzados del mundo. Si la apuesta por los 2 nm GAA sale bien, el Galaxy S26 podría convertirse en el símbolo de una nueva etapa para Exynos y para el mercado de los procesadores móviles en general.