El precio de los chips casi nunca aparece en los titulares, pero al final son ellos los que deciden cuánto pagamos por un nuevo gama alta. Con la familia Galaxy S26, Samsung quiere cambiar ese juego apoyándose mucho más en su propio silicio. 
Según medios coreanos, la división System LSI estaría ofreciendo el Exynos 2600 claramente más barato que el Snapdragon 8 Elite Gen 5 de Qualcomm, y ese movimiento puede impactar tanto en el precio final del Galaxy S26 como en la imagen histórica de los Exynos.
Empecemos por la duda que muchos tienen y que se ve hasta en los comentarios: ¿qué es exactamente un AP? AP significa application processor, o procesador de aplicaciones. Es el corazón del smartphone, el SoC que integra CPU, GPU, módem, motores de IA, ISP para la cámara y prácticamente todo lo que hace que el móvil se sienta rápido (o lento). Cuando hablamos del «procesador» de un teléfono, casi siempre nos referimos a este chip. Y como concentra tanta tecnología, suele ser también la pieza más cara de un buque insignia.
En la estructura de costes de un móvil premium, el AP suele representar más de un 30 % del coste total de componentes. Eso significa que cualquier subida de precio en la gama Snapdragon se traslada casi de forma directa al precio final del dispositivo o a los márgenes del fabricante. Para marcas que viven de equilibrios muy finos entre especificaciones y rentabilidad, tener una alternativa propia más barata, pero con rendimiento top, deja de ser un capricho y pasa a ser casi una necesidad.
Ahí es donde entra el Exynos 2600. Los últimos informes apuntan a que el Snapdragon 8 Elite Gen 5 se movería entre 240 y 280 dólares por unidad para los fabricantes. Samsung, en cambio, estaría posicionando el Exynos 2600 unos 20 o 30 dólares por debajo, en una franja aproximada de 210 a 250 dólares. En un teléfono individual la diferencia puede parecer poca cosa; pero multiplicada por decenas de millones de Galaxy S26, hablamos de cientos de millones de dólares que no van a Qualcomm y se quedan en casa.
La importancia de este ahorro se entiende mejor viendo las cifras oficiales. En su último informe trimestral, Samsung desveló que gastó 10,9275 billones de won (unos 7.450 millones de dólares) en AP móviles durante los tres primeros trimestres del año. Es un salto del 25,5 % respecto a los 8,0751 billones de won (unos 5.510 millones de dólares) del mismo periodo del año anterior. Y buena parte de ese aumento se explica por un tropiezo muy concreto: el fiasco del Exynos 2500.
El plan original era que muchos modelos de la serie Galaxy S25 montaran el Exynos 2500, fabricado en el entonces flamante nodo de 3 nm de Samsung Foundry. Pero los problemas de rendimiento de la fábrica, con tasas de chips válidos demasiado bajas, obligaron a Samsung a una maniobra de urgencia: usar Snapdragon 8 Elite en toda la familia S25. Esa decisión se tradujo en unos 400 millones de dólares extra que Samsung tuvo que pagar a Qualcomm en concepto de chipsets, además del golpe reputacional de tener que retirar su propio procesador de la ecuación.
Con ese contexto, el Exynos 2600 no es un chip más, sino casi un examen final. Sobre el papel, es el Exynos más ambicioso en años. Hablamos de un diseño de diez núcleos y fabricación en el proceso de 2 nm con transistores Gate-All-Around (GAA) de Samsung. Pasar de 3 a 2 nm implica empaquetar más transistores en el mismo espacio, mejorando la densidad y la eficiencia por vatio. Y el salto a GAA, donde el canal del transistor queda «abrazado» por el gate en todos los lados mediante nanosheets, reduce fugas de corriente y mejora la capacidad de conducción, lo que se traduce en más potencia con menos calor y menos consumo.
Los primeros resultados filtrados de benchmarks son, como mínimo, llamativos: al Exynos 2600 se le atribuyen unos 4.217 puntos en pruebas de un solo núcleo y 13.482 en multinúcleo. El Snapdragon 8 Elite Gen 5, fabricado por TSMC en 3 nm, se quedaría en torno a 2.865 y 9.487 puntos respectivamente. Si estas cifras se confirman, Samsung no solo habría alcanzado a Snapdragon en CPU pura, sino que lo adelantaría con margen en ambos escenarios de carga.
Todavía más simbólico es el dato de un solo núcleo. Históricamente, la corona del rendimiento single-core ha sido territorio de los A-series de Apple. Ver un Exynos con puntuaciones al nivel de los chips más recientes de Apple, e incluso comparado con el M5 de la marca, es un mensaje claro: Samsung ya no quiere jugar siempre a la defensiva en la guerra de procesadores.
Eso sí, la vida real no son solo números de Geekbench. En torno al Snapdragon 8 Elite Gen 5 ya circulan comentarios de que el chip va más caliente de lo deseable bajo carga prolongada, con necesidad de hacer throttling agresivo para mantener las temperaturas bajo control. Si el nodo de 2 nm GAA de Samsung cumple lo prometido, el Exynos 2600 podría ofrecer un rendimiento más estable en sesiones largas de juego, grabación de vídeo 4K/8K, fotografía intensiva y multitarea pesada, a la vez que ayuda a estirar un poco más la batería.
En cuanto a la estrategia de producto, Samsung seguirá jugando a la dualidad, pero con algunos matices. Todo apunta a que el Galaxy S26 y el Galaxy S26+ montarán Exynos 2600 en Europa, Corea del Sur, parte de Asia y otros mercados seleccionados, mientras que en Estados Unidos, Japón y China esos mismos modelos llegarán con Snapdragon 8 Elite Gen 5. El Galaxy S26 Ultra, por su parte, se quedaría como «territorio Snapdragon» a nivel global. Es decir, la famosa lotería de Exynos vs Snapdragon no desaparece, pero se reorganiza.
Para el usuario experto, el reflejo de preferir Snapdragon sigue muy presente. No es algo gratuito: varias generaciones de Exynos arrastran fama de calentarse más, rendir peor en GPU y gastar más batería que sus equivalentes Snapdragon. Esa percepción no se borra porque un slide de presentación diga que todo es 20 % más rápido y 30 % más eficiente. Samsung no solo tiene que igualar o superar a Qualcomm en silicio; tiene que volver a ganarse la confianza de una comunidad que durante años ha recomendado «mejor la versión Snapdragon».
La parte positiva para Samsung es que, esta vez, la economía también juega a su favor. Con los precios de Snapdragon al alza y el Exynos 2600 posicionado claramente por debajo, la compañía puede recortar de forma notable el gasto en AP para la serie Galaxy S26. Eso puede reflejarse en precios algo más contenidos, en más almacenamiento base o simplemente en mejores márgenes para invertir en otras áreas (cámaras, pantallas, soporte de actualizaciones).
Si el experimento sale bien, el impacto puede ir más allá de la gama Galaxy. Hasta ahora, casi ningún fabricante Android externo se ha animado seriamente a montar Exynos en sus buques insignia: frente a Snapdragon o a los últimos Dimensity de MediaTek, Exynos no ofrecía una ventaja clara. Un 2 nm Exynos 2600 fresco, potente y con buen precio podría cambiar ese guion y convertir los chips de Samsung en una alternativa real para otras marcas.
Pero todo esto depende de la ejecución. Las tasas de rendimiento del nodo de 2 nm tienen que mantenerse altas para evitar otro escenario como el del Exynos 2500. Las pruebas en dispositivos finales deberán demostrar que el chip aguanta el tipo en juegos, cámara y uso diario sin estrangularse ni freír la mano del usuario. Y el software – desde el scheduler del sistema hasta la optimización de One UI – tendrá que acompañar para que la experiencia se note fluida en el día a día, no solo en una captura de benchmark.
En el fondo, todo vuelve a ese pequeño acrónimo que muchos tuvieron que buscar en Google: AP. Un componente que casi nadie ve, pero que decide si un Galaxy S26 se siente realmente de nueva generación o solo como otro gama alta caro. Si el Exynos 2600 cumple lo que prometen sus números y su precio, no solo ahorrará cientos de millones a Samsung; puede marcar el punto en el que el silicio de la casa deje de ser un compromiso y pase a ser un argumento de venta tan fuerte como la pantalla o la cámara.
1 comentario
yo después de varios Exynos calentitos sigo en modo team Snapdragon, aunque salga más caro prefiero no quemarme la mano xd