El Samsung Galaxy S26 Ultra todavía ni se vende, pero ya se perfila como el típico Android estrella que marca época: pantalla con un truco nuevo que nadie más tiene, módulo de cámaras de primer nivel, panel con recubrimiento antirreflejos que se ve incluso bajo sol fuerte y, sobre todo, la promesa de hasta siete años de actualizaciones. Es justo el tipo de móvil que compras pensando en usarlo durante mucho tiempo sin remordimientos.
Sin embargo, en medio de tanto acierto hay un detalle de software que rompe la armonía del conjunto. No es un fallo crítico, no congela el sistema ni hace que el móvil vaya lento. Simplemente estorba donde no debería: la Now Bar del bloqueo de pantalla. Si pudiera pedir un único cambio para el software del Galaxy S26 Ultra, sería este: que Samsung nos deje desactivar la Now Bar por completo o, como mínimo, recuperar la experiencia clásica sin ella.
Qué pretendía hacer Samsung con la Now Bar
Sobre el papel la idea suena razonable. La Now Bar quiere ser una franja única en la parte inferior del bloqueo de pantalla donde se concentran las cosas importantes del momento: controles de reproducción, temporizadores, información rápida de navegación, tarjetas contextuales y otros pequeños atajos. 
En teoría, miras hacia abajo y ahí está todo lo que necesitas sin tener que desbloquear ni rebuscar en notificaciones.
Y, cómo no, todo esto viene acompañado del término de moda: inteligencia artificial. Samsung promete que la barra aprende tus hábitos, reconoce patrones, sabe a qué hora sueles escuchar música o salir de casa y adapta su contenido a tu rutina. La imagen que se vende es la de un panel vivo, que siempre te pone delante justo lo que te hace falta.
En la práctica: más adorno que asistente
Cuando usas un Galaxy reciente con la Now Bar activada, la realidad es bastante menos glamourosa. La mayor parte del tiempo la barra parece más decorativa que útil. En lugar de mostrar algo realmente relevante, termina enseñando mensajes genéricos del tipo que tengas un buen día o sigue adelante, que no aportan gran cosa cuando solo quieres pausar una canción o revisar una notificación.
Además, el contenido cambia poco. No da la sensación de que la barra haya aprendido nada sobre tu forma de usar el teléfono: ni horarios, ni aplicaciones favoritas, ni rutinas. Para muchos usuarios, la Now Bar acaba siendo un espacio reservado para grandes promesas que aún no se han materializado, mientras roba sitio a elementos que antes sí funcionaban de forma sencilla.
Cuando la novedad empeora lo básico: el reproductor
El problema se vuelve más evidente cuando hablamos del uso más frecuente en el bloqueo de pantalla: controlar música y podcasts. Antes, los Galaxy ofrecían un widget grande, centrado, con texto clara mente legible y botones generosos. Se podía subir el volumen, pausar o pasar de pista casi sin mirar, incluso con el móvil apoyado sobre la mesa.
Con la llegada de la Now Bar ese widget ha reducido drásticamente su protagonismo. Los controles están ahora metidos en una pequeña pastilla pegada al borde inferior, rodeada de accesos directos y de la zona de gestos. Los botones son diminutos y quedan en el punto menos cómodo de la pantalla, justo donde los móviles grandes ya son difíciles de manejar con una sola mano. Si tienes dedos grandes o vas caminando, es fácil fallar el toque o terminar pulsando otra cosa.
En la práctica, Samsung ha cambiado una solución clara y accesible por algo que queda bien en una diapositiva de presentación, pero que resulta peor para el uso intensivo del día a día. Y cuando la función que más repites en el bloqueo de pantalla se vuelve más incómoda, la sensación de avance desaparece por completo.
Dónde está la inteligencia de esta inteligencia artificial
Otro choque importante es el contraste entre la promesa de IA y la experiencia real. Si la Now Bar fuera realmente inteligente, ampliaría por sí sola los controles de reproducción a las horas en las que sueles usar Spotify, priorizaría la navegación por la mañana camino al trabajo o destacaría recordatorios cuando detecta que empiezas la jornada. Es decir, se anticiparía a tus necesidades.
Pero en el día a día la barra actúa como si siguiera un guion bastante rígido. Algún control de música, alguna frase motivacional y poco más. Rara vez sorprende con algo que realmente parezca pensado para ti. El resultado es que la etiqueta de inteligencia artificial se siente más marketing que tecnología, y eso desgasta la confianza en la función.
Lo que cuentan los usuarios en foros y redes
Basta una vuelta rápida por los foros de Samsung, comunidades de Telegram o hilos en Reddit para ver el patrón. Preguntas como cómo quitar la Now Bar del bloqueo o hay forma de volver al reproductor antiguo se repiten constantemente. El tono suele oscilar entre la curiosidad y el enfado.
Hay quien se queja de que la barra es demasiado pequeña para usarla con comodidad, quien critica que ocupe espacio en una zona donde antes se veían más notificaciones, y quien directamente la define como ruido visual que no puede desactivar. Uno de los comentarios más comunes es el shock tras la actualización: de repente el reproductor grande desaparece y lo único que queda es esa tirita en la parte de abajo con menos opciones y peor accesibilidad.
Algunos aciertos puntuales no compensan la molestia diaria
Sería injusto decir que la Now Bar jamás sirve de nada. Hay momentos en los que muestra su potencial. Ver en el bloqueo el número de vuelo y la puerta de embarque cuando vas cargado de maletas es realmente práctico. También es cómodo comprobar el marcador de un partido o un temporizador de cocina sin desbloquear el móvil.
El problema es la proporción. Esos instantes en los que la barra brilla son una minoría frente al uso cotidiano, en el que solo quieres controles grandes y claros para la música o un bloqueo limpio sin mensajes de relleno. Cuando un añadido genera más fricción que ayuda, lo mínimo es que se pueda apagar. Y ese interruptor, de momento, no existe.
Una nota discordante en un móvil por lo demás muy redondo
Lo que hace que la Now Bar llame todavía más la atención es que el resto del Galaxy S26 Ultra está muy bien afinado. Samsung ha mejorado la lectura en exteriores, ha pulido la cámara, ha apostado por un soporte de software a largo plazo y ha construido un dispositivo que se siente maduro y pensado para durar.
La pantalla de bloqueo, que debería ser una zona estable y predecible, se convierte así en un terreno de pruebas forzadas. Un elemento obligatorio que cambia una rutina básica sin pedir permiso al usuario desentona con la filosofía de un dispositivo premium que se vende como herramienta confiable para años.
Cómo podría ser una buena Now Bar de verdad
Todo esto no significa que la idea de una barra contextual en el bloqueo sea mala de raíz. De hecho, bien ejecutada podría ser un punto fuerte de la experiencia con el Galaxy S26 Ultra. Imagina una Now Bar que no solo cambie el contenido, sino también la forma: controles de reproducción grandes cuando hay música, tarjeta de rutas prominente cuando estás usando el navegador, accesos a notas rápidas cuando sacas el S Pen.
Una barra así ahorraría toques, anticiparía acciones y se haría casi invisible cuando no tiene nada útil que mostrar. El problema no es el concepto, sino el estado actual de la implementación. Y mientras esa promesa no se cumpla, la solución más razonable es simple: que quien quiera la use y quien no, pueda apagarla.
La pequeña opción que marcaría una gran diferencia
Por eso, el mayor deseo de muchos usuarios para el Galaxy S26 Ultra y las próximas versiones de One UI no es un nuevo truco de cámara ni una función espectacular, sino algo mucho más humilde: un ajuste. Un simple interruptor en la configuración de la pantalla de bloqueo para elegir entre el reproductor clásico de tamaño completo y la Now Bar moderna.
Quien esté encantado con las tarjetas contextuales y los mensajes de la barra, que la deje encendida. Quien prefiera un bloqueo más limpio, con un reproductor grande y cómodo, que pueda volver a ese diseño sin tener que recurrir a apps de terceros o trucos. El S26 Ultra ya tiene mimbres para ser un móvil de largo recorrido; ahora falta que el software se adapte a las personas con la misma flexibilidad con la que presume de inteligencia. A veces, el verdadero salto de calidad no está en añadir otra función brillante, sino en devolver al usuario el control sobre las que ya existen.