
Samsung Galaxy Z TriFold: el plegable triple que quiere sustituir al móvil y al tablet
Samsung por fin ha convertido en realidad algo que durante años parecía solo un concepto de feria tecnológica: un smartphone que no se pliega en dos, sino en tres partes. El Samsung Galaxy Z TriFold es apenas el segundo teléfono triple plegable del mundo y no se siente como un simple Galaxy Z Fold más grande, sino como una categoría nueva. Su objetivo es claro: ser móvil premium, tablet de 10 pulgadas y gadget de nicho para entusiastas, todo en un único dispositivo cuyo precio deja bien claro que está pensado para early adopters con el bolsillo preparado.
Cuando se despliega por completo, el Galaxy Z TriFold se transforma en una pantalla Dynamic LTPO AMOLED de 10 pulgadas con resolución de 2.160 x 1.584 píxeles y un brillo máximo de 1.600 nits. Es un lienzo amplio para trabajar en documentos, editar fotos, dividir aplicaciones en varias ventanas o ver series como si se tratara de un tablet clásico. Gracias a la tecnología LTPO, la tasa de refresco varía dinámicamente entre 1 y 120 Hz: baja al mínimo cuando ves una imagen fija para ahorrar energía y sube a 120 Hz cuando haces scroll o juegas, manteniendo una fluidez de gama alta. La cobertura completa del espacio de color DCI-P3 aporta colores vivos y un contraste muy cercano al estándar de cine.
En el uso diario, cuando está plegado, el TriFold se comporta como un smartphone de gama alta bastante tradicional. La pantalla de portada es un panel Dynamic LTPO AMOLED de 6,5 pulgadas con resolución FHD+ de 2.520 x 1.080 y una impresionante luminosidad de hasta 2.600 nits, lo que permite leer sin problemas incluso bajo sol directo. Al igual que el panel interno, admite un refresco adaptativo de 1 a 120 Hz. Este display externo está protegido por Gorilla Glass Ceramic 2, un vidrio más resistente frente a golpes y arañazos. Es la pantalla que usarás para la mayoría de tareas rápidas: responder mensajes, consultar redes, navegar o seguir el GPS en el coche.
Para que un formato tan complejo no se convierta en una pesadilla de fragilidad, Samsung ha apostado fuerte por los materiales. El chasis está fabricado en Advanced Armor Aluminum, una aleación de aluminio de alta resistencia que mejora la rigidez sin disparar el peso. La parte trasera utiliza un polímero reforzado con fibra de vidrio y cerámica que mantiene el conjunto relativamente fino pero más resistente a grietas y torsiones, un punto especialmente sensible en los plegables. A pesar de los múltiples elementos móviles, el Galaxy Z TriFold ofrece certificación IP48, lo que significa una protección razonable frente al polvo y salpicaduras, muy meritoria para un dispositivo lleno de huecos y bisagras.
El elemento clave de cualquier plegable, y aún más de uno triple, es el sistema de bisagras. Samsung no utiliza una bisagra larga, sino dos bisagras de distinto tamaño, ambas con estructura de doble raíl. Este diseño distribuye mejor las fuerzas sobre los tres segmentos y busca evitar que, con el tiempo, el dispositivo se sienta flojo o desalineado. Las bisagras están fabricadas en titanio, un material ligero y muy resistente al desgaste. En el interior, una fina pieza metálica protege el mecanismo del polvo y reduce la fricción. Según la marca, cada unidad pasa por exigentes pruebas de calidad para garantizar que la experiencia de abrir y cerrar el teléfono miles de veces no termine en holguras prematuras.
A nivel físico, el Galaxy Z TriFold presume de cifras llamativas. En su punto más delgado, el cuerpo mide solo 3,9 mm de grosor, y el peso se queda en unos 309 gramos. Para un móvil convencional sería mucho, pero para un dispositivo que aspira a sustituir a un smartphone y a un tablet de 10 pulgadas, el dato es bastante razonable. Lo importante es cómo se siente en la mano: en modo tablet, sujetándolo con dos manos, el peso se reparte mejor y resulta menos cansado que un tablet grande con funda; plegado, ocupa menos que muchos tablets con carcasa rígida y cabe sin problemas en mochilas o bolsos.
Eso no significa que el diseño esté libre de decisiones polémicas. Uno de los puntos más criticados por los aficionados es el agujero para la cámara frontal en la pantalla interna de 10 pulgadas. Para un dispositivo que se vende como experiencia inmersiva tipo tablet, ver un punch hole en el panel principal corta un poco el encanto. Más de uno ha señalado lo obvio: si quieres hacer videollamadas o selfies, puedes plegar parcialmente el TriFold y usar la cámara trasera o la de la pantalla de portada, que ofrecen mejor calidad. Es el típico intento de Samsung de cubrir todos los casos de uso a la vez, incluso a costa de sacrificar un panel interno completamente limpio.
En el interior, la elección de procesador también ha levantado cejas. En lugar del último Snapdragon 8 Elite Gen 5, el Galaxy Z TriFold monta el Snapdragon 8 Elite for Galaxy, fabricado en el proceso de 3 nm N3E de TSMC. Sigue siendo un chip de gama altísima, más que capaz de mover multitarea intensiva, juegos pesados y varias apps abiertas al mismo tiempo en la pantalla de 10 pulgadas. Sin embargo, para un dispositivo que ronda los 2.500 dólares, muchos esperaban el SoC más nuevo posible. Es una decisión que suena a equilibrio entre coste y rendimiento más que a ir a por la ficha técnica absoluta.
La buena noticia es que en memoria no hay recortes. Todas las versiones del Galaxy Z TriFold vienen con 16 GB de RAM LPDDR5X, una cifra que supera la de muchos portátiles. Eso se traduce en cambios casi instantáneos entre apps, más margen para ventanas flotantes y un uso intensivo del modo multitarea sin tirones. En almacenamiento, Samsung ofrece dos opciones: 512 GB o 1 TB. No hay ranura para microSD, algo ya habitual en la gama alta, pero aquí se nota más porque el dispositivo invita a descargar series, juegos pesados, fotos en alta resolución y archivos de trabajo. Quien realmente piense usar el TriFold como equipo principal probablemente mirará directamente al modelo de 1 TB.
El apartado fotográfico demuestra que el formato experimental no ha sido excusa para recortar prestaciones. En la parte trasera encontramos una cámara principal de 200 MP con apertura f/1.7, pensada para ofrecer mucho detalle y buen rendimiento nocturno. Se acompaña de un ultra gran angular de 12 MP con campo de visión de 120 grados, ideal para paisajes y fotos en interiores estrechos, y de un teleobjetivo de 10 MP con zoom óptico 3x y hasta 30x de zoom digital. El cuerpo plegable permite, además, usar el móvil medio doblado como si fuese un pequeño trípode, algo muy útil para fotos de larga exposición, timelapses o videollamadas con manos libres.
Para selfies y videollamadas, el Galaxy Z TriFold incluye dos cámaras frontales de 10 MP con apertura f/2.2: una en la pantalla de portada y otra en la pantalla interna, esta última con un campo de visión de unos 100 grados. Sobre el papel, es cómodo poder iniciar una videoconferencia directamente en el modo tablet sin tener que girar el dispositivo. En la práctica, muchos usuarios preferirían prescindir de esa cámara interna y mantener un panel de 10 pulgadas totalmente limpio, recurriendo a la cámara trasera siempre que quieran mejor calidad de imagen.
La autonomía es otro punto donde Samsung quiere marcar diferencias. El Galaxy Z TriFold monta una batería de 5.600 mAh, la mayor que hemos visto en un plegable de la compañía y unos 600 mAh por encima del Galaxy S25 Ultra. La carga rápida por cable alcanza los 45 W y la carga inalámbrica llega a 15 W. Sumando esta capacidad con las pantallas LTPO capaces de bajar a 1 Hz, la promesa es sobrevivir a un día completo de uso intensivo, incluso si pasas buena parte del tiempo en el modo tablet viendo vídeos, trabajando con varias apps o jugando.
En cuanto a diseño exterior, Samsung ha optado por la sobriedad. El Galaxy Z TriFold solo se venderá en un acabado llamado Crafted Black, un negro elegante y discreto que refuerza la sensación de producto de lujo. La falta de más colores también es una pista: no estamos ante un dispositivo pensado para vender millones de unidades, sino ante un producto complejo, caro de fabricar y claramente orientado a un público reducido que quiere lo último en innovación.
El precio encaja perfectamente con esa filosofía. Informes previos sitúan el coste del Galaxy Z TriFold en torno a los 2.447 dólares, ligeramente por encima de lo que se rumorea para el futuro iPhone Fold de Apple, que se movería alrededor de los 2.399 dólares. Estamos hablando de una cifra que supera a la de muchos portátiles de gama alta, tablets premium e incluso combos de varios dispositivos. Aquí no se paga solo por especificaciones, sino por entrar antes que nadie en la próxima fase de los móviles plegables.
También el calendario de lanzamiento es prudente. El Galaxy Z TriFold se estrenará primero en Corea del Sur el 12 de diciembre, y después llegará a mercados como China, Taiwán, Singapur y Emiratos Árabes Unidos. Estados Unidos tendrá que esperar: según las filtraciones, el dispositivo no se lanzará allí hasta el primer trimestre de 2026. Esto le da a Samsung margen para ajustar producción, recopilar feedback real de los primeros compradores y pulir detalles de software o hardware antes de enfrentarse a uno de sus mercados más exigentes.
En resumen, el Samsung Galaxy Z TriFold es justo lo que cabía esperar de un salto generacional en plegables: un producto técnicamente desmesurado, muy caro, un tanto excesivo para el usuario medio, pero tremendamente interesante. La triple bisagra de titanio, la pantalla LTPO OLED de 10 pulgadas, la batería de 5.600 mAh y el conjunto de cámaras de 200 MP colocan al TriFold como un escaparate de todo lo que Samsung puede hacer hoy. Al mismo tiempo, el agujero en la pantalla interna, el uso de un Snapdragon 8 Elite que no es el último de la lista y el precio estratosférico alimentan a los críticos. No es un móvil para todo el mundo, sino para quienes quieren vivir un paso por delante del resto y están dispuestos a pagar el precio de entrada al futuro.