Qualcomm ha dejado claro que ya no le basta con lanzar un solo Snapdragon estrella por generación. Con la familia Snapdragon 8 Gen 5 la compañía copia, en parte, la estrategia de gama alta de los portátiles y del propio Apple: un chip “normal” para la mayoría y una versión “Elite” pensada para presumir en benchmarks y fichas técnicas. 
Sobre el papel suena sencillo, pero la forma en que Qualcomm presentó los datos solo ha generado más dudas entre los usuarios.
En la presentación el foco estuvo en el Snapdragon 8 Elite Gen 5, con promesas de alrededor de un 20% más de CPU y un 23% más de GPU frente al Elite anterior. En cambio, el Snapdragon 8 Gen 5 estándar se comparó con el viejo Snapdragon 8 Gen 3, un chip de hace dos generaciones. Resultado: gráficas muy bonitas, pero cero claridad sobre la verdadera distancia entre el 8 Gen 5 “a secas” y el 8 Elite Gen 5, que es justo la comparación que interesa a quien está pensando en cambiar de móvil este año.
CPU: misma receta, fuego más fuerte en el Elite
Si miramos solo la CPU, los dos SoC comparten la misma base: no hay un número diferente de núcleos ni una arquitectura secreta para la versión Elite. La clave está en cuánto los deja correr Qualcomm. En móviles con Snapdragon 8 Gen 5 convencional, las herramientas de prueba muestran dos núcleos de alto rendimiento alrededor de 3,8 GHz y seis núcleos centrados en la eficiencia sobre los 3,32 GHz.
En el Snapdragon 8 Elite Gen 5 los números suben varios escalones. Los núcleos grandes pueden acercarse a los 4,61 GHz y el clúster eficiente ronda los 3,63 GHz. No, esto no convierte al Elite en un monstruo que rinda el doble, pero sí le da margen extra en tareas cortas pero intensas: exportar vídeo en 4K, aplicar filtros de IA pesados, abrir un juego exigente con todos los efectos al máximo o realizar ráfagas de fotos con procesado sofisticado.
Sin embargo, todo ese potencial solo sirve si el diseño térmico acompaña. En un móvil ultrafino con un sistema de refrigeración minimalista, tanto el 8 Gen 5 como el 8 Elite Gen 5 se calientan rápido y empiezan a bajar frecuencias para no fundir batería ni manos. Ahí es donde muchos usuarios bromean con que, después de unos minutos de juego, los dos chips acaban pareciéndose mucho más de lo que dice el marketing.
GPU: el Adreno 840 del Elite juega en otra liga
La mayor diferencia entre ambos Snapdragons está en la GPU. Sobre el papel, los dos llevan un Adreno 840. Cualquiera pensaría que es exactamente el mismo bloque gráfico, pero los datos de Geekbench cuentan otra historia. En teléfonos con Snapdragon 8 Gen 5 estándar, como el Moto X70 Ultra, las pruebas OpenCL suelen mostrar una frecuencia de GPU fija de 384 MHz y nada más.
Cuando pasamos a un dispositivo con Snapdragon 8 Elite Gen 5, por ejemplo un Realme GT 8 Pro, el patrón cambia: aparece el mismo valor base de 384 MHz, pero también una segunda lectura cercana a los 768 MHz. Es decir, el Adreno del Elite dispone de un modo boost que le permite duplicar la frecuencia durante picos de carga gráfica o de IA. El 8 Gen 5 normal simplemente no tiene ese segundo escalón: se queda en el reloj base aunque el juego o la aplicación pidan más.
Memoria de alto rendimiento y “binning” silencioso
La frecuencia no es el único truco del Elite. La versión completa del Adreno 840 suma unos 18 MB de memoria de alto rendimiento dedicada a la GPU. En la práctica funciona como un supercaché muy cercano a la unidad gráfica, que le da más ancho de banda y menos latencia para texturas, buffers y datos de inferencia de IA. En sesiones largas de juego esto puede marcar la diferencia entre mantener gráficos altos y FPS estables o tener que recortar resolución y efectos para que el móvil no se convierta en una estufa portátil.
El Snapdragon 8 Gen 5 sin apellido Elite no cuenta con ese colchón extra. Cuando los cachés internos se llenan, la GPU tiene que ir con más frecuencia a la RAM del sistema, que es más lenta y consume más energía. Ahí aparecen más caídas puntuales de FPS y algo más de irregularidad en juegos muy pesados. Para rematar, las herramientas internas identifican la GPU del Elite con otra denominación, mientras que la del modelo estándar se queda con el nombre genérico Adreno 840. Es el clásico “binning” de la industria: los mejores chips, los que aguantan más frecuencia y memoria, se venden como Elite; el resto se empaqueta como 8 Gen 5 normal.
Uso real, calentamiento y la sombra de Apple
Si miramos el día a día, los dos Snapdragons son más que suficientes para casi todo. Redes sociales, mensajería, navegación, multitarea agresiva, cámara con modo noche y vídeo… todo va fluido tanto con el 8 Gen 5 como con el 8 Elite Gen 5. Nadie va a notar un mensaje que se abre 0,02 segundos más rápido.
La diferencia se aprecia cuando se le exige de verdad al hardware: juegos competitivos a 90 o 120 Hz, grabación continua en 4K/8K, generación de contenido con IA directamente en el dispositivo o ediciones largas de vídeo. En esos escenarios, el Elite tiene más techo y, con una buena refrigeración, puede mantener su rendimiento máximo durante más tiempo. Pero si el diseño del móvil prioriza ser fino y brillante por encima de disipar calor, ambos chips terminarán bajando el ritmo, y la ventaja del Elite se reducirá a ráfagas puntuales.
Todo esto alimenta la sensación de que Qualcomm intenta seguir la estela de Apple con su división entre chips “normales” y “Pro”, pero todavía no siempre logra igualar la eficiencia energética y la estabilidad bajo carga de los mejores procesadores de Cupertino. De ahí salen muchos comentarios irónicos: que si “quieren ser Apple pero sin la parte de eficiencia”, que si “después de cinco minutos todos rinden igual porque el móvil va al rojo”, y así sucesivamente.
Qué móviles llevan cada Snapdragon y qué debe recordar el comprador
En la práctica, el mercado se está organizando en dos grupos claros. En el bando del Snapdragon 8 Gen 5 estándar aparecen modelos como el Moto X70 Ultra o el próximo OnePlus Ace 6T, además de futuros lanzamientos de marcas como iQOO, Honor, Meizu o vivo. Son teléfonos muy rápidos, con experiencia de gama alta, que sacrifican un poco de potencia máxima para no disparar costes y precios.
El Snapdragon 8 Elite Gen 5, en cambio, se reserva para los “juguetes” más ambiciosos: móviles gaming, buques insignia centrados en cámara y rendimiento bruto, como el Realme GT 8 Pro y su competencia directa. Son los dispositivos que pueden presumir de unos cuantos FPS extra, de una IA que responde un poco más rápido y de cifras espectaculares en Geekbench y compañía.
En resumen, para la mayoría de usuarios el Snapdragon 8 Gen 5 será más que suficiente y marcará el nuevo estándar de velocidad en Android. El Snapdragon 8 Elite Gen 5 es la versión seleccionada, más rápida y mejor alimentada, pensada para quienes de verdad se fijan en cada frame y cada grado de temperatura, siempre que el fabricante haya hecho los deberes con la refrigeración. Detrás del mismo nombre de familia, Geekbench deja claro que hay dos niveles de potencia bastante distintos.