El movimiento Stop Killing Games, liderado por el YouTuber Ross Scott, ha encendido un debate urgente: ¿por qué los juegos que compramos pueden desaparecer cuando se apagan los servidores? La iniciativa busca cambiar eso mediante una ley en Europa y Reino Unido que obligue a los desarrolladores a garantizar el acceso a los juegos incluso después del cierre de servidores.
Todo comenzó con el cierre de The Crew por parte de Ubisoft, que dejó a miles de usuarios sin la posibilidad de jugar un título que habían comprado legalmente. La indignación creció rápidamente y la petición superó el millón de firmas. El mensaje es claro: los jugadores quieren conservar lo que compran, sin fechas de caducidad impuestas por las empresas.
La respuesta de la industria no tardó.
Video Games Europe, un grupo que representa a gigantes como EA, Ubisoft, Activision y Microsoft, aseguró que las propuestas de Stop Killing Games harían que desarrollar juegos en línea fuera “prohibitivamente caro”. Alegan riesgos de seguridad, privacidad y propiedad intelectual.
Pero muchos gamers consideran esto una excusa. Ross Scott aclaró que no se busca que las empresas mantengan los servidores para siempre, sino que ofrezcan una forma de seguir jugando: sea con servidores privados, sea con una versión offline.
Y es que técnicamente, dicen los usuarios, esto no es nada del otro mundo. Juegos como Destiny o The Division 2 podrían tener un modo individual habilitado tras el cierre de servidores. Algunos incluso afirman que liberar herramientas de servidor llevaría unas pocas semanas de trabajo. ¿La verdadera razón del rechazo? Muchos creen que es para forzar la compra de secuelas.
Puede que la petición aún tenga que pasar muchos filtros antes de convertirse en ley. Pero ya puso el tema sobre la mesa. En la era digital, los jugadores exigen que comprar un juego signifique realmente poseerlo. Y esta vez, están dispuestos a luchar por ello.