Tesla vuelve a estar en el ojo del huracán judicial: un juez federal en California aprobó una demanda colectiva contra la compañía por declaraciones engañosas sobre su sistema Full Self-Driving (FSD).
Según la acusación, desde 2016 Elon Musk y la empresa aseguraban que todos los vehículos contaban ya con el hardware necesario para la conducción totalmente autónoma, algo que nunca llegó a cumplirse.
La jueza Rita F. Lin determinó que había pruebas suficientes de que los clientes estuvieron expuestos a estas promesas entre octubre de 2016 y agosto de 2024. Esto abre la puerta a que miles de propietarios reclamen compensaciones por un software vendido como revolucionario, pero que en la práctica sigue requiriendo supervisión constante del conductor.
El debate gira en torno al hardware: Tesla reconoció recientemente que su plataforma Hardware 3 (HW3), antes presentada como “a prueba de futuro”, no puede con las últimas versiones de FSD. La empresa prometió actualizar gratuitamente a los usuarios al nuevo Hardware 4 (HW4), un gesto que muchos consideran la prueba de que el marketing pasado fue exagerado.
No es el único frente legal abierto. El Departamento de Vehículos Motorizados (DMV) de California también acusa a Tesla de publicidad engañosa, y siguen acumulándose demandas por accidentes en los que supuestamente FSD o Autopilot estaban activados. Todo esto aumenta la presión sobre la marca.
Aun así, no todo son malas noticias: Tesla acaba de lanzar el Model Y L en China, prepara el debut de FSD (supervised) en Japón tras su llegada a Europa, y analistas de William Blair prevén ingresos de hasta 250 mil millones de dólares con robotaxis para 2040, si la tecnología logra consolidarse.
En definitiva, Tesla avanza entre dos mundos: por un lado, ambiciosos planes de expansión global; por otro, juicios que le recuerdan las promesas que todavía no ha podido cumplir.