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Owlcat lleva ciencia real al vacío en The Expanse: Osiris Reborn

por ytools
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Owlcat Games se ha hecho un nombre entre los fans de los RPG clásicos gracias a campañas enormes, vista isométrica y árboles de talentos capaces de asustar a cualquiera. Con The Expanse: Osiris Reborn el estudio decide cambiar de órbita: deja atrás la cámara desde arriba y se lanza a una RPG de acción en tercera persona, plenamente cinematográfica, ambientada en el universo de la aclamada saga de ciencia ficción The Expanse. El juego se presentó por primera vez en el Summer Game Fest y volvió a escena durante los Golden Joystick Awards con un nuevo diario de desarrollo que deja claro el plan: mezclar la dureza científica de la serie con un sistema de juego moderno y espectacular sin perder credibilidad.

Para conseguirlo, Owlcat no se conformó con ver documentales en YouTube. El estudio fichó como asesor al exastronauta de la NASA y excomandante de la Estación Espacial Internacional Leroy Chiao.
Owlcat lleva ciencia real al vacío en The Expanse: Osiris Reborn
Su trabajo no es solo corregir pequeños errores técnicos, sino trasladar al equipo cómo es realmente vivir y trabajar en órbita: cómo se siente el cuerpo cuando no hay gravedad, qué tan complicado es manipular una herramienta dentro de un traje presurizado, cómo cambia tu percepción del riesgo cuando, bajo tus pies, no hay suelo sino la Tierra entera girando en silencio. Todo eso termina influyendo en la forma de animar a los personajes, en el diseño de misiones e incluso en la distribución de los módulos de la nave.

Sin embargo, desde el primer momento el estudio tuvo claro que copiar la realidad al 100 % sería una receta perfecta para el aburrimiento. Un paseo espacial auténtico es un proceso lento, atado a listas de comprobación, donde cada paso pasa por protocolos estrictos. Los astronautas permanecen sujetos a la nave por varios sistemas de seguridad y revisan constantemente sus anclajes. Si Osiris Reborn obligara al jugador a vigilar cables, mosquetones y checklists cada pocos segundos, se convertiría en un simulador burocrático en lugar de una aventura espacial. Por eso, Chiao y Owlcat se sentaron a decidir en qué puntos se podía sacrificar realismo sin romper la ilusión, y dónde, por el contrario, la exactitud era esencial para que el peligro se sintiera real.

Una de las soluciones más llamativas fruto de esa discusión son las botas magnéticas que se usan para caminar por el casco de la nave. La idea se apoya en conceptos que tienen sentido en la ingeniería real, pero está reinterpretada para que funcione bien en un juego de acción. En vez de pelear con una correa permanente en pantalla, el jugador se desplaza con relativa seguridad por la estructura metálica, lo que permite a la cámara encuadrar mejor, al combate mantenerse legible y al mismo tiempo conservar la tensión. El miedo número uno de cualquier astronauta, perder el contacto y quedar flotando hacia la nada, sigue sobre la mesa: la diferencia es que aparece como golpe dramático en momentos clave de la historia y del gameplay, no como molestia constante cada vez que cruzamos una escotilla.

El diario de desarrollo mostrado en los Golden Joystick Awards se centra justo en esa mezcla de dramatismo y autenticidad. Se ve al protagonista recorrer pasillos estrechos, cruzarse con miembros de la tripulación en zonas de descanso, pasar por laboratorios improvisados y detenerse frente a grandes ventanales desde los que se observan estrellas, restos de chatarra espacial y planetas lejanos. Todo está rodado como si fuera una buena serie de streaming de ciencia ficción, más que un RPG clásico de vista isométrica. Entre estas escenas más pausadas se cuelan varios segundos de combate: tiroteos desde cobertura en microgravedad, cambios de posición usando la propia geometría de la nave y pequeñas animaciones que recuerdan que llevar un traje espacial nunca es tan ágil como moverse con una armadura ligera en un RPG de fantasía.

De momento, Owlcat guarda silencio sobre números concretos de habilidades, sistemas de progreso o la forma exacta en que nuestras decisiones alterarán la historia, aunque insiste en que The Expanse: Osiris Reborn sigue siendo una auténtica RPG y no solo un shooter con diálogos. Lo que sí se sabe es que el título ya se puede añadir a la lista de deseados en PC y consolas, pero no tiene ventana de lanzamiento definida. Por cómo habla el estudio, ni siquiera 2026 parece una apuesta segura, lo que indica que el proyecto aún está en una fase de cocción lenta, afinando el equilibrio entre simulación creíble y diversión inmediata.

Mientras tanto, quienes aman The Expanse o siguen el trabajo de Owlcat pueden ir calmandos sus ansias con los diarios de desarrollo y entrevistas. En la Gamescom 2025, por ejemplo, el equipo habló del tono que quieren para la narrativa, de la responsabilidad de trabajar con una licencia tan querida y de por qué Osiris Reborn no es simplemente un Pathfinder disfrazado de ópera espacial. Si consiguen aprovechar el conocimiento de Chiao sobre la vida en órbita y lo combinan con la experiencia del estudio en sistemas de rol profundos, The Expanse: Osiris Reborn tiene potencial para convertirse en un referente del RPG espacial moderno: uno que se toma la ciencia en serio, pero que nunca se olvida de que, al final, estamos aquí para jugar.

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