El gobierno de Donald Trump prepara la imposición de aranceles históricos sobre los semiconductores importados, que podrían alcanzar hasta el 300%. El presidente, hablando a bordo del Air Force One, insinuó que la decisión podría anunciarse antes de que termine agosto.
Su objetivo declarado es proteger la seguridad nacional y reforzar la producción de chips dentro de Estados Unidos.
La medida se aplicaría bajo la Sección 232, una normativa que permite restringir importaciones consideradas una amenaza para la seguridad del país. Hoy en día, los semiconductores son vistos como un recurso estratégico clave, tanto en defensa como en electrónica de consumo.
Trump lo dijo sin rodeos: “¿Será una tarifa del 200%, 300%?” Un incremento de esa magnitud sería un golpe durísimo para la industria, especialmente para las empresas pequeñas que no tendrían cómo asumir esos costos adicionales. Analistas advierten que esto encarecería los precios y obligaría a una reconfiguración completa de las cadenas de suministro globales.
No obstante, las compañías que decidan invertir grandes sumas en fábricas dentro de EE.UU. podrían librarse de los aranceles. Gigantes como TSMC, Samsung, SK Hynix, Apple y NVIDIA ya lograron excepciones gracias a sus compromisos de expandir operaciones en territorio estadounidense. Para el resto, evitar la medida podría implicar inversiones de decenas de miles de millones de dólares.
Con la conclusión de la investigación de la Sección 232 prevista para finales de agosto, la industria global de chips se prepara para un sacudón histórico. Si se aprueban los aranceles, Estados Unidos podría acelerar la relocalización de la producción, aunque también se abriría un fuerte frente de conflicto con socios comerciales y líderes tecnológicos.