El gobierno de Trump estaría considerando adquirir una participación en Intel, posiblemente financiada con fondos del programa CHIPS Act. Según Bloomberg, parte de las subvenciones previstas podría convertirse en acciones, lo que haría al gobierno de EE. 
UU. accionista parcial de la compañía. Sin embargo, la propuesta está en una etapa muy inicial y dista mucho de ser sencilla.
El tema cobró relevancia política después de la reunión entre el CEO de Intel, Lip-Bu Tan, y Donald Trump, en la que se habló de reforzar la fabricación nacional de semiconductores, incluyendo la planta proyectada en Ohio. En la práctica, una inversión estatal de este tamaño normalmente requiere la aprobación del Congreso, sobre todo cuando implica miles de millones de dólares.
El precedente de 2009, cuando el Departamento del Tesoro compró una participación en General Motors bajo el programa TARP, muestra la complejidad de estas operaciones: quiebra, plan de viabilidad y debates legislativos. La situación de Intel es diferente, lo que hace improbable un rescate de ese tipo. El Departamento de Defensa ya adquirió una pequeña participación en MP Materials con fondos previamente autorizados por la Ley de Producción para la Defensa (DPA), sin pasar por el Congreso. Pero dada la escala de Intel, es casi seguro que se necesite aprobación parlamentaria.
Para los defensores, es un paso estratégico para asegurar la capacidad de producción avanzada de chips en EE. UU., al igual que Taiwán respalda a TSMC. Para los críticos, es simplemente ayuda estatal disfrazada para un gigante que ha perdido competitividad, mientras rivales como AMD y Nvidia prosperan sin participación directa del Estado.
Sea como un acuerdo bipartidista o como una nueva batalla política, el camino hacia una participación oficial en Intel será largo, complejo y seguido de cerca por la industria y la opinión pública.