En los últimos días, un rumor bastante llamativo corrió como pólvora: que el CEO de NVIDIA, Jensen Huang, había viajado a Taiwán no solo por asuntos internos de la compañía, sino también para transmitir en persona un mensaje de Donald Trump, exigiendo una especie de “acuerdo de reparto de beneficios” con TSMC. La noticia, originada en el medio taiwanés CNA, se propagó rápido en foros y redes.
Sin embargo, la propia TSMC ya salió a desmentir tajantemente: nunca existió tal propuesta ni hubo mensajes políticos en la agenda de Huang.
El contexto ayuda a entender por qué este rumor ganó tanta atención. Hace unas semanas, Trump lanzó la idea de que fabricantes de chips estadounidenses como NVIDIA y AMD debían pagar un 15 % de sus ingresos por cada venta a China. Aunque la medida nunca se concretó oficialmente, dejó claro que la administración estaba dispuesta a presionar directamente a las grandes tecnológicas. Por eso, cuando Huang apareció de repente en Taiwán, algunos lo interpretaron como un intento de arrastrar a TSMC a ese mismo esquema.
Según esas versiones, la intención sería involucrar a TSMC – el mayor productor de semiconductores por contrato del mundo – para que toda la cadena de suministro de chips de IA destinados a China quedara bajo control estadounidense. Pero TSMC respondió con claridad: nada de eso ocurrió, se trataba de especulaciones infundadas.
La realidad es más sencilla. Huang viajó para revisar la producción de la próxima generación de chips Rubin AI. Distintas fuentes aseguran que son al menos seis modelos nuevos de la serie Vera Rubin, y NVIDIA necesitaba asegurarse de que el calendario de fabricación en TSMC estuviera alineado con sus planes de lanzamiento. El propio Huang reconoció públicamente que TSMC es vital para el futuro de la empresa y que su carga de trabajo crecerá aún más por la explosión global de la demanda de hardware de inteligencia artificial.
El panorama, además, es complicado: NVIDIA no solo enfrenta restricciones de exportación de EE.UU., sino también la presión de Pekín, que impulsa a las empresas locales a migrar hacia chips de fabricación nacional. Esa combinación convierte el mercado chino en un terreno cada vez más difícil para los estadounidenses.
Hasta ahora, NVIDIA ha evitado pronunciarse sobre el rumor, quizás para no darle más visibilidad. TSMC, en cambio, actuó rápido para desligarse de cualquier sospecha de “negocios políticos”. Al final, lo importante no es un supuesto recado de Trump, sino la verdadera batalla: quién puede producir a gran escala los chips de IA que todo el mundo quiere. Y en esa pelea, TSMC sigue siendo la pieza clave del rompecabezas.