Cuando Ubisoft confirmó que Star Wars Outlaws llegaría a Nintendo Switch 2 en formato de Game-Key Card, la reacción de los jugadores fue de enfado inmediato. Para muchos, estas tarjetas son poco más que un engaño: aparentan ser un juego físico, pero en realidad obligan a descargarlo casi por completo desde internet.
Ahora Rob Bantin, arquitecto de audio de Ubisoft, salió a dar explicaciones y asegura que no se trata de abaratar costos.
Según Bantin, el verdadero problema es la velocidad de lectura de los cartuchos de Switch 2. La Snowdrop Engine, base de Outlaws, depende fuertemente del streaming de datos para cargar los enormes escenarios de mundo abierto. “Snowdrop necesita mucho de la transmisión en disco, y las tarjetas del Switch 2 simplemente no daban el rendimiento que buscábamos”, comentó en redes. Por eso, la solución fue obligar a instalar el juego en la memoria interna más rápida de la consola, dejando a la Game-Key como una especie de llave de acceso disfrazada de físico.
Bantin descartó que el precio de los cartuchos haya influido en la decisión. Desde hace años, los fans sospechan que las compañías prefieren cartuchos más pequeños y baratos para ahorrar en producción. Pero él insistió: “no recuerdo que los costos se mencionaran, era irrelevante”. El reto real fue adaptar un título pensado originalmente para PlayStation 5 y Xbox Series X/S, consolas con SSD ultrarrápidos. Al pasar a Switch 2, el compromiso técnico era inevitable.
Sin embargo, la explicación no convenció al público. Para muchos, las Game-Key Cards representan lo peor de ambos mundos: compras una caja física, pero terminas descargando decenas de gigas y ocupando memoria interna. Los coleccionistas se sienten estafados porque no obtienen copias completas y permanentes. Otros critican el desperdicio de plástico, el gasto en distribución y el absurdo de tener que meter un cartucho vacío cada vez que quieras jugar. Un usuario ironizó diciendo que es como comprar un vinilo que solo suena si lo reproduces en Spotify.
El debate refleja una realidad más amplia: la industria empuja cada vez más hacia lo digital. Nintendo incluso lanzó una encuesta a dueños de Switch 2 preguntando qué opinaban de las compras digitales frente a las físicas, y en especial sobre las Game-Key Cards. Las respuestas mostraron una comunidad dividida: unos exigen propiedad y uso offline, otros aceptan sin problemas la comodidad de la descarga. Con juegos que superan los 100 GB, la fabricación de cartuchos grandes se vuelve costosa y arriesgada.
Para Ubisoft, Outlaws ya venía con problemas: su estreno el año pasado fue tibio y el CEO Yves Guillemot culpó al propio fandom de Star Wars por las bajas ventas. Ahora, la polémica de las Game-Key añade más fuego a la discusión. Críticos recuerdan que otros juegos grandes, como Cyberpunk 2077, lograron lanzamientos físicos completos. Otros responden que en un hardware híbrido como Switch 2, compromisos técnicos son parte del trato.
Lo que está claro es que las Game-Key Cards se han convertido en un símbolo del choque entre conveniencia, rendimiento, coleccionismo y negocio. Mientras Nintendo no ofrezca cartuchos más rápidos y las editoras sigan apostando al digital, el conflicto seguirá encendido.