Xbox atraviesa uno de sus peores momentos. A pesar de haber gastado casi 100 mil millones de dólares en adquisiciones como ZeniMax y Activision Blizzard, la división de videojuegos de Microsoft enfrenta metas financieras que desde dentro califican como “totalmente irreales”. 
Estas exigencias desmedidas están provocando despidos masivos, cancelaciones de juegos y una crisis de identidad en la marca.
Los últimos recortes han golpeado fuerte a muchos estudios. Turn 10, responsable de Forza Motorsport, perdió más de 70 empleados y ahora solo da soporte a Forza Horizon. Rare canceló Everwild, y The Initiative cerró completamente sin haber lanzado ni un solo juego. Incluso el nuevo MMORPG de ZeniMax Online fue cancelado, pese a que Phil Spencer lo había elogiado hace apenas unos meses.
Según Jez Corden (Windows Central) y Tom Warren (The Verge), la presión viene tras la compra de Activision Blizzard. Sin esa adquisición, los ingresos habrían caído. Pero con ella, las pérdidas no tardaron en llegar: se habla de 1.800 millones de dólares en números rojos poco después del cierre del trato. Game Pass, el supuesto “Netflix de los videojuegos”, no está generando el crecimiento esperado.
El problema no es solo financiero. La estrategia de Xbox parece cada vez más improvisada. La generación Series S/X debía ser un reinicio, pero ha estado llena de retrasos, títulos flojos y estudios apagados. Game Pass no logra justificar su valor sin lanzamientos fuertes, y la comunidad está perdiendo la fe.
Muchos jugadores ya están cambiando de plataforma. Si Microsoft no replantea su enfoque pronto, Xbox podría enfrentarse a una transformación radical… o al principio del fin.