Zenith presentó el Chronomaster Sport Meteorite, un reloj que mezcla espectáculo visual con polémica asegurada. Lo primero que llama la atención es el dial de meteorito, con sus patrones naturales que cambian con la luz, enmarcado en una caja de acero de 41 mm con bisel de cerámica negra que muchos ven como un guiño –o copia– del Rolex Daytona. 
A través del fondo de zafiro se aprecia el mítico calibre El Primero 3600, cuyo segundero central del cronógrafo da una vuelta completa en apenas 10 segundos. Un truco de alta relojería que sigue enamorando a los coleccionistas.
La caja combina detalles retro con proporciones modernas. Los ángulos recuerdan al ADN histórico de El Primero, pero las superficies pulidas lo mantienen actual. Tiene 100 metros de resistencia al agua y viene con brazalete de acero y correa de caucho con cierre desplegable, aunque esta última no convence a muchos, que la consideran poco acorde a un reloj de este precio.
El dial es la gran estrella
. En lugar de los subdiales tricolores habituales, Zenith optó por grises superpuestos que dejan todo el protagonismo a la textura del meteorito. Unos toques rojos en las agujas añaden contraste sutil. 
Es un dial que cambia con cada reflejo, hipnótico y distinto en cada ángulo.
El problema llega con el precio: 17.500 dólares, aproximadamente un 50 % más que el Chronomaster Sport estándar. Para varios aficionados es un exceso, sobre todo cuando marcas como Bulova, Zelos o Formex ofrecen meteorito a precios mucho más accesibles. Compararlo con Rolex es inevitable: sí, ellos también cobran un premium fuerte, pero ¿está Zenith en esa liga?
En resumen: el Chronomaster Sport Meteorite es espectacular y el El Primero sigue siendo único en su categoría. Pero el sobreprecio divide a la comunidad: para unos es un reloj de ensueño, para otros un capricho imposible de justificar.